¿Se te van las ganas de desayunar, almorzar o merendar? ¿Hay una comida del día que salteás y luego comés sin control? Esto no solo puede ser señal de ansiedad, sino también de estrés y si no aprendemos a controlarlo, no hay dieta que nos ayude a comer bien.

Los expertos afirman que quienes pasan por altos niveles de estrés, son los que más tienden a “picotear”. Conscientes o inconscientemente, comen menos comidas principales y sobre todo un menor número de verduras. Por consecuencia, en su mayoría, son personas que tienen muy poco interés en el ejercicio físico. ¿Te identificás?

La falta de conciencia al comer, te lleva al camino de la obesidad y está asociada con un estilo de vida estresante. Bajá un cambio y da prioridad a tu alimentación. Decile no a la sobre carga de trabajo, al consumo de la comida rápida y a la mala práctica de comer mientras trabajás.

NO ENGORDES POR ESTRÉS

• Hacé una lista de las tareas y o actividades que tenés que hacer durante la semana. Esto te ayuda a manejar tu tiempo y a ir armando un orden de prioridades.

• Posteriormente, no descartes la idea de armar una lista de alimentos sanos que no pueden faltar en tu heladera. Tenelos al alcance para prepararte comidas caseras sanas.

• Buscá siempre un espacio para comer. No en una oficina. Tu espacio para comer debe ser tranquilo.

• No comas cerca de la TV ni cerca de la laptop. Sobre todo, guardá tu smartphone”.

• Evitá las comidas rápidas: hamburguesas, papa fritas, empanadas, etc. Es sabido que el estrés favorece a la ingesta de alimentos más placenteros para el paladar, ricos en grasas o más dulces. Pero es engañoso. La sensación de felicidad dura poco.

• Y por último, no dudes ir a una nutricionista para lograr en tu vida una alimentación sana siempre.