Nunca es tarde para empezar

Yoga es un gran aliado a lo largo de toda nuestra vida. La edad no es una limitante y, por el contrario, permitirá un mayor bienestar y una mente despejada, clara y positiva durante la madurez.

Practicar y vivenciar Yoga en la tercera edad conlleva muchos beneficios, tanto a nivel corporal que facilita la movilidad, mejorando articulaciones y fortaleciendo brazos y piernas, trabajando el sistema circulatorio y armonizando la respiración, como a nivel emocional que provee una actitud abierta, alegre y más comprensiva con uno mismo, ayudando a reducir exigencias y escuchándonos más.

A nivel mental también nos mejora la vida. Al conectar a la persona con su propio cuerpo, la trae al presente y su atención se focaliza y se orienta hacia el ahora, hacia la salud, el disfrute y la calidad de vida. Se comparte tiempo con otra gente, se descubren nuevos pensamientos y la perspectiva se amplia y se renueva.

Las clases activan una dinámica más suave pero no por eso menos efectiva, se diseñan y se combinan las asanas (posturas) de manera que todos puedan realizarlas de acuerdo a su nivel físico y suelen ser muy relajantes y restauradoras.

Yoga es una fuente de energía que se activa y distribuye por todo el cuerpo, por la mente, por las emociones, por el espíritu. Siempre podés incorporarte, participá con suavidad y respetándote, enfocá tu atención a tu cuerpo y a tu respiración. Disfrutá Yoga en cada momento y ese disfrute se ampliará hacia el resto de tu vida. No hay edad para perderte este bienestar.

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