La mente y el cuerpo no son dos partes independientes, que forman parte una misma totalidad: por ende, todo lo que hagas fisiológicamente te afectará mentalmente, y lo mismo al revés. Acá te mostramos los ejemplos en los que esto sucede:

• Ocupar la mente: Según un artículo de Salud 180, mantener la mente ocupada en alguna tarea específica como trabajar, leer o estudiar, puede ayudarnos a mantenernos alejados de emociones negativas que pueden dañar nuestra salud física y mental.
• Soñar despiertos: En consonancia con estudios realizados por la Universidad de Harvard, pensar en cosas que deseamos y que nos pueden hacer felices no resulta tan beneficioso para nuestra situación actual, ya que nos podemos olvidar el presente y dejar pasar oportunidades. Sin embargo, en algunos casos sirve para mantenernos motivados, siempre y cuando no olvidemos lo que sucede en la vida real.

• Efecto placebo y nocebo: Este es uno de los ejemplos más comunes a la hora de revelar el poder de la mente sobre el cuerpo. Se basa en la toma de una sustancia por parte de la persona, que cree que la curará y, en efecto, se cura, aunque la sustancia en sí fuera incapaz de generar tal efecto. Lo mismo sucede a la inversa: si el placebo nos cura solo por pensar que nos curará, el “nocebo” nos enferma por la misma razón. Esto pasa cuando uno piensa que ingirió algún tipo de veneno, sustancia maligna o alimento en mal estado y en consecuencia, se siente mal.
• Visualizar: El solo hecho de planificar y visualizar una tarea antes de realizarla es casi tan importante como llevarla a cabo. Para un deportista o un artista, por ejemplo, el primer paso para lograr una meta es imaginar que lo consigue.
• Meditar: Lo que algunos  llaman “conversar con la mente” puede ser una sesión que verdaderamente demuestre que la mente puede controlar el cuerpo. Nos permite analizar, autocriticar y encontrar los motivos a nuestros males y preguntas a los que tal vez no podríamos llegar sin esta fuerte conexión con nosotros mismos.